jueves, 22 de septiembre de 2011

||Narrador|| [Fin de la segunda ronda]

Tantas y tan distintas preguntas flotan en vuestra mente como si columnas de humo se tratasen.
Venid, venid... tendréis vuestras respuestas, solo tenéis que esperar un poco. Leed, caminad hasta el final de esta historia. Ahora tenéis demasiada información, pero también muchas lagunas y misterios sin resolver.

¿Qué podría ser Chryfalls?

Hasta ahora, hay quienes lo han perdido casi todo, y buscan y buscan...consuelo en sus escasos conocidos, pero no dejan de buscar respuestas.

Otros que quieren saberlo todo y observar desde las sombras, ante todo proteger su mente.

Unos maduran e intentan mantenerse lejos del peligro y el riesgo, que tan buenos compañeros habían resultado, para centrarse en alimentar la mente.

Y otros buscan la verdad hasta el agotamiento, pero nunca, nunca estarán solos.

Finalmente, hay quienes se encuentran aislados y perdidos, sin saber qué les deparará el futuro.


Y ninguno de ellos lo sabe, pero todos están unidos por algo. ¿Será el destino? Quién sabe, vivimos en un mundo de magia y secretos. Y es mucho más complicado que una simple historia de cinco personas que no guardan relación alguna en un principio, porque su pasado, presente y futuro les irá uniendo, de manera indirecta a veces, quién sabe.

¿Y qué ocurrirá a partir de ahora? ¿Y qué podría ser Chryfalls?
¿Qué se esconderá tras el misterio de la muerte de los padres de Axeline?
¿Qué es lo que intenta averiguar Lara?
¿Qué razones podría tener Snape para ayudar a Dexter?
¿Qué será capaz de hacer Nox para sacar a su padre de Azkaban?
¿Cómo evolucionará la relación de Roxanna con su hermano?

Estas son unas de las pocas preguntas que posiblemente tendréis, pero tranquilos...
Todo a su tiempo, poco a poco se descubrirán secretos, misterios.
Tomad ahora vuestras varitas, y haced un pequeño movimiento en el aire~

¡Pof~!

domingo, 14 de agosto de 2011

Realmente, aquel año en Hogwarts había pasado demasiado rápido. En mi opinión, estaba segura que nos habían restado días a todos para echarnos de la escuela cuanto antes. Y no sólo por mí, sino por algunas travesuras de los alumnos.

Yo no era de la típica chica que hacía novatadas, yo era el blanco de las novatadas. Las primeras me hicieron cierta gracia, tenía que ir por todo el colegio descalza, dejando ver mis medias verdes.
¡Verde, se me olvidaba! Aquel color me perseguía por todos lados, no sólo podía ser un color, o la marca de una de las casas de Hogwarts a la cual pertenezco, tal y como esperaba, sino que también podía llegar a ser un apellido.

El apellido, sí, sí. Aquel que tanto se nombraba desde todo el curso hasta día de hoy. Los "Green". Se supone que había coincidido con el supuesto traidor en alguna de las clases, pero nunca podía haber ido a hablar con él, básicamente, porque no tenía tiempo.

Yo, por mi parte, si no duermo mis doce horitas diarias, no soy persona. Y sumemos las de la clase, las de los estudios, los cuales tengo la mayoría solucionados por puro enchufe y luego el tiempo que tengo de hacer deporte. Quizás todo lo que tengo de cansancio es acumulado por el deporte.

Por culpa de mi hermano Stewy, era totalmente adicta al Quidditch. Él era uno de los jugadores de tal deporte, y por supuesto de Slytherin.
Era bruto, para qué negarlo.

Lo que menos me había asombrado fue a la hora de presentarme ante aquel sombrero. Sabía perfectamente a qué casa iba a ir. Por supuesto que lo sabía. Es más, en cuanto se asentó en mi cabeza, ya comencé a acariciarlo. ¡Y anda que se quejó! Estoy segura de que si hubiese continuado, habría comenzando a ronronear. Hasta los sombreros tienen puntos gatillo los cuales tocar y tranquilizar a cualquiera. ¡Era divertido!

Ni siquiera le dejé terminar la frase, sólo con oír aquel "Uhm..." decidí continuar yo su frase con un "Slytherin" sutilmente susurrado.
Y no era porque esperara otro, sino porque en aquella casa tenía todo asegurado. Novatadas incluidas.

Y volviendo a sacar el tema, la última novatada que me hicieron durante el curso fue la de cambiarme las tiritas. Así que en vez de curarme las heridas o raspones que me hacían, las ponían de colores y las agrandaba. Podría decirse que parecía un mutante.
La primera noche que me ocurrió, estaba bastante asustada, y mi compañera de habitación, la borde de Mili, ni siquiera me echó un vistazo.

-Largó de la habitación. ¡Intento dormir, bicho raro! -Exclamaba, tirándome cojines.
-¡Pero, pero...! -Intentaba decir, agarrándome el brazo como si se me fuese a caer.

No tuve más remedio que salir de allí. Sola, por supuesto. Temía poder perder mi brazo y no poder jugar con mi hermano al Quidditch.

Aunque, antes de salir de la habitación, tuve que responder algo a mi compañera de habitación. Me estaba desmoralizando.
-¡¿A-ah sí?! ¡Pues tú hueles a leche agria! -Grité, dando un portazo. No era verdad. El olor de Mili era algo así como a perro mojado. Pero leche agria era lo último que había pasado por mis labios, así que lo primero que pasó por mi mente.

Caminaba descalza por los pasillos de Hogwarts. Sabía perfectamente a quién debía de ir, claro que lo sabía. El profesor Snape me ayudaría. Aporreé su puerta con la pierna, gritando su nombre como una desesperada. Y finalmente abrió. No parecía que hubiese ni empezado a dormir, y recordaba que era una hora bastante bien de madrugada. Sus ojeras seguían incrustadas en su cara, pero no veía cansancio en sus ojos.

Y como me quedé unos segundos mirándolo, creo que con cara de "0" finalmente tuvo que preguntarme él.
-... ¿Y bien, Roxanna Swanders? -

Sacudí la cabeza, mostrando mi brazo, ahora de tonos azules. Lo único bueno, era que olía a almendras. El profesor chistó la lengua, tirando de mi azul brazo hacia dentro de la salita, mirando pociones desde las estanterías. Como tardaba mucho, no dudé en preguntar.

-¿S-se me va a caer?...-Murmuré.

Él entrecerró los ojos, y pude leer su mente por un segundo, algo así como "Es retrasada". Esa mirada solía echármela mi padre.

Finalmente, encontró la cura, el único problema, es que el brazo me olerá eternamente a almendra. Y me suele dar hambre.

Al salir de la habitación, un chico de Griffindor vagaba por los pasillos. No le tenía ningún miedo, le había visto en alguna de mis clases. Y sí, era sonámbulo. Y lo que me inspiró a seguirlo, era que caminaba agachado. Como tocando la guitarra. Me puse a su lado, guiándole cogiéndole de los hombros en algún momento para que no se fuese por sitio equivocado, acompañándole como si tocase la batería. Aquello era realmente divertido, y mortal si nos llegasen a pillar.

El susto de la travesura se me pasó enseguida...

Y el curso terminó, volviendo a casa sin zapatos, para la vergüenza de mi hermano, llevándome en brazos hasta casa.

Y aquel verano había sido realmente entretenido. Procuraba repasar lo que había dado durante el curso, con aquellas anotaciones que tenía escritas con tinte invisible por los libros, escuchando conjuros de mayores. Sabía que algún día me vendrían bien, y que podrían interesarle a alguien.
Mi madre estaba realmente orgullosa de mi acogida a Slytherin. Así que, como "alago" supongo, solía soltarme algún "¡Esa pura sangre!" que tanto me avergonzaba.

~

Y el nuevo curso se inició. Volvía a estar completamente segura de que nos habían quitado días de vacaciones.

Había estado todo el verano con mi hermano, el cual echaba de menos. Su apariencia en la escuela era de un chico completamente maduro, atento en sus momentos, y ligón. SOBRE TODO LIGÓN. Lo detestaba. En casa era totalmente distinto.
Él estaba sólo para mí; era todo mío.
Él tapaba mis oídos cuando mis padres discutían.
Él me abrazaba en las noches que hacía frío.
Él era totalmente lo que yo siempre pude desear.

Y no era que odiase a las chicas con las que ligaba, pero se podría decir que las tenía apuntadas en una lista negra. Sí, pongamos el punto en la lista negra.

La verdad es que nunca había sentido una obsesión tan alta por mi hermano, hasta un día de verano que me comentó que él había recuperado todas las pertenencias de las novatadas. Y que siempre había hecho un "Ojo por ojo...".
Y mi punto de mayor tono de piel, tirando a rojo... rojo... Mm... rojo sangre, fue cuando él lamió mi brazo de almendras y mis mejillas se dispararon.

Estaba claro que yo no me quedaría de brazos cruzados otro año; viendo a mi hermano el ligón en acción; teniendo un revuelto interior de sentimientos en mí.

Es que NO podía.

Debería de habérselo contado a alguien. Claro... claro. "¡Alguien, ayúdame, quién sea!" Me habría gustado gritar. Pero es que nunca le importé a nadie en aquella escuela.

Pero algo me habían enseñado desde pequeña, claro, familia de poder. ¿De qué estamos hablando? De que si ves, un obstáculo, por pequeño que sea, no te molestes en saltarlo.
Des-tru-ye-lo.
Y claro que es lo que iba a hacer. Una por una~.

Sí, seguramente entonces todo sería mejor, más bonito, como... no sé. No sé qué es bonito.
Y empezaría desde el primer día. Claro está.

Y no me separaba de él ni cuando pasamos por aquel muro para coger el expreso. Apretaba fuertemente su mano a través de mis guantes verde oscuro. Hasta que un tirón de su brazo lo arrebató de mí. Me habría puesto a llorar, si no fuera porque había escuchado de fondo una voz conocida. En medio de todo aquel desmadre, se veía un poco de luz.

Era aquel chico sonámbulo. Aquel chico con el que había hablado alguna vez. Que me había regalado alguna que otra cosa que me habían robado en sus narices. Su pelo rojo lucía con menos brillo que cuando le dejé meses atrás por las vacaciones.

Y la razón por la que le había oído, no era otra que porque estaba vendiendo en el tren cosas de la tienda de su familia. El dinero que me tocaba este mes(; y sí, digo MES porque cada cuatro semanas me dan para poderme comprar lo que quiera; aunque me lo suelen robar el primer día que está en mis manos) lo tenía mi hermano, así que no quería verle en plena acción con alguna chica, ni quería ver las cosas de Nox para no poder luego comprar nada.

Así que, como el fantasma que posiblemente llegue a ser algún día, y que presencia de ello tengo, tomé camino por su espalda y acaricié su pelo al pasar rozando su nuca, casi como un soplido.

No hizo ningún movimiento en falso, y de alguna manera me sentí extrañamente feliz. Era totalmente un cero a la izquierda para todo el mundo.

Menos para las personas que me hacen novatadas, y no podía faltar la del día inicial. Una simple cáscara del plátano puesta en el suelo, que nada más pisar se transforme en charco de agua era la manera perfecta de sorprenderme el primer día.
Así que me quedé empotrada en la ventana del tren todo el resto del camino.

Y por primera vez, vi los cabellos rubios de mi hermano solitarios. Eso también me hizo extrañamente feliz.

Este año me había tocado una habitación para mí sola. Nadie había querido compartir aquel pequeño cuarto con una rarita. Aunque mientras más lo pensaba, mejor me resultaba.
Y lo mejor, es que la ventana daba unas vistas perfectas a los entrenamientos de Quidditch, por lo que tendría tiempo de observar a mi hermano en acción.

Todo se planteaba de una manera alegre, hasta que pasé por una de las salas comunes y escuché la muerte de unos familiares de una tal Axelinne. Y fue como si absorbiera los sentimientos de todos en aquel momento. Ahora me sentía totalmente destrozada.

Así que como cero a la izquierda que era, me quedé sentada, abrazándome las rodillas en un rincón del pasillo, esperando a ver a la joven de pelo negro hacer algún movimiento. Y no dudé un instante en seguirla hacia la biblioteca, donde se encontró con una pelirroja.

De alguna manera, debía de disimular que no estaba ahí para espiar, así que cogí un libro. Cualquiera, el primero que viesen mis ojos. Para mi mala suerte, bastante pesado.

Me senté en la mesa de en frente, mirando por encima del libro a las chicas, esperando escuchar algo mientras hacía como si leyese. La pelirroja se vio bastante interesada en mi libro, ya que, de su seria expresión, alzó una ceja al leer los lomos de aquel libro. ¿Tan interesante sería? Ni siquiera había leído el título...

Y sí, después de haber leído el título, me avergonzaría el resto de mis días de haberlo cogido, y de no haber entendido la expresión de Lara.

sábado, 13 de agosto de 2011

The night returns.




Volvía a ver aquel enorme edificio después de un año entero, a cruzar las enormes puertas que un año atrás me habían acogido y volverían a hacerlo. Hogwarts se mostraba igual de impresionante después de pasar el verano entero. Un año entero ya, cuántas cosas habían pasado.

A principios de mi primer año llegué con una gran incertidumbre, ya había tenido contacto con la magia antes, e incluso había aprendido a usar algunos artefactos de mi padre, pero todo eso para mi fue muy diferente. Las pociones, encantamientos y demás tipos de hechizos que se escondían tras esas gruesas paredes me habían fascinado desde el primer momento.

Nunca olvidaré el primer momento cuando llegué a la escuela, y nos reunimos todos en el Gran comedor, y uno a uno fuimos pasando por el sombrero seleccionador. En todo momento tuve presentes las palabras de mi padre “ Seas de la casa que seas estaré orgulloso de ti, hijo.” Aunque fuese así yo quería ir a Ravenclaw, sabía que eso le haría ilusión, aunque no tuve la certeza en ningún momento de ser lo suficientemente listo. Fue increíble, cuando el sombrero seleccionador comenzó a hablar sobre mi cabeza, se paró a pensar, y finalmente dio su veredicto:

-        Chico, recuerdo a tu familia... Todos Ravenclaw, menos alguna excepción, pero tu no tienes la capacidad para ser un Ravenclaw, y tu alma no puede ser de Hufflepuff... Chico, eres una de las excepciones de tu familia, tu casa será Griffindor.

Sonreí contento de verdad y no por apariencia ni por agradar a los que tenía cerca. Griffindor, la casa de los valientes y gentiles ¿eh? No terminaba de verme encajando allí, pero bueno siempre he hecho lo que he podido. Después de mí a las dos chicas que habían venido en el tren conmigo. Una de ellas, la menos habladora, acabó también en Griffindor.

Cuando se dirigía a la mesa la saludé, me había caído bien, aunque no hubiese dicho demasiado no parecía mala persona. Después fue la chica de las tiritas, Roxanna. Aunque para mi sorpresa fue a Slytherin. “ Una sangre pura, ¿eh? No me ha parecido tan engreída como para serlo.” Pensé nada mas escuchar las palabras del sombrero.

El año transcurrió bastante divertido. Nada mas llegar a mi habitación me encontré a mi compañero, era un chico bajito con el pelo negro que le tapaba los ojos, y algo tímido, se llamaba Robert Mint. Me pareció muy gracioso el hecho de que se avergonzase cuando empecé a hablar con él con confianza. Aparte, Leviathan, mi gato engordó algunos kilos. Sospechosamente también desaparecieron las ratas mascota de alguno de mis compañeros, espero que nunca se sepa eso.

Aparte de él, no tuve mucho mas contacto con Alexine y con Roxanna, aunque si las viese de vez en cuando. Por cierto, me equivoqué, no todos los Slytherin son soberbios, Roxanna ha sido una persona muy amable y torpe muy torpe. Siempre que la veía se caía o incluso accidentaba al resto, pero nadie se enfadaba cuando se levantaba con una sonrisa. Y Alexine, estaba estresada con los estudios cada vez que nos veiamos en la sala común de Griffindor.

Conocí también a un chico, Dexter. Mientras caminaba por los pasillo, me choqué con él de frente al doblar una esquina. Vestía uniforme de Ravenclaw, y su pelo era de un verde extraño. Parecía serio, o mas bien triste. Aunque nada mas verme empezó a reírse y a bromear conmigo. Aunque nunca podré olvidar esa expresión vacía en sus ojos, cuando aun no sabía que miraba. Intenté hablar con el mas veces, aunque iba a Ravenclaw nos veíamos por los pasillos.

Un día le comenté de él a un compañero de Griffindor. “ Yo que tú no me juntaría con el sucio Green. Su familia le precede.” Me quedé perplejo, aunque mas tarde descubrí que su familia eran todos unos famoso criminales. Lo averigüé muy tarde, después de lo que me dijo mi compañero le vi por los pasillos, y mi cabeza no se le ocurrió otra cosa que preguntar.

-        O-oye, Dexter... ¿ Pasó algo con tu familia? .- Estúpido de mi parte, pero claro, tenía curiosidad.
-        Uh? – bajó la cabeza y me dio la espalda- ¿ Tú también vas a empezar a llamarme “ Sucio Green”? .- dijo mientras se alejaba.


Me quedé un momento en shock, era la segunda vez en mi vida que le veía sin reír.

-        No, espera! No era eso! Lo siento, es que no lo sabía.- Aunque ya era demasiado tarde, se había metido en los dormitorios de Ravenclaw.

Después de eso estuve tiempo sin verle, aunque conseguí aclararlo todo, espere con toda mi alma que no me odiase.


En cuanto a las clases, bueno. No se podría decir que fuese el mejor, aunque me defendía. Adoraba la clase de defensa contra las artes oscuras, aunque memorizar los hechizos me seguía costando en todo, me esforzaba mucho. Y bueno, aunque me aburriese mis mejores notas eran en pociones.

El profesor Snape me daba miedo, mucho miedo. Pero no me hacía nada, ya que destacaba en su asignatura, creo que por haber estado tanto tiempo rodeado de filtros, pociones y artefactos en casa ya venía con algo sabido.

Pasé de curso sin problemas, aunque la sorpresa llegó justo al final. Días antes de acabar el curso llegó una carta para mí. Era de Lumos, mi hermana. Aun podía sentir un escalofrío cuando recordaba la carta:

Nox, ¿Qué tal estás? En casa, bueno... No pasa nada, solo que este verano lo pasaremos con la tía Sophie. Tienes mucho morro de poder estar en Hogwarts ya, a mi me quedan aún tres años mas. Te quiero hermanito. Y verás, no quiero preocuparte pero, vamos a estar con tía Sophie porque...”


Ahí se cortaban sus letras, indecisas aunque líneas vacías mas abajo se podía seguir leyendo:

“A papá le van a llevar a Azkaban. Le han acusado de tráfico con artefactos oscuros prohibidos y alta traición al mundo mágico. Quiero verte, pero no te preocupes por nosotros, la tía y yo estamos bien, céntrate en tus estudios

Te quiere, Lumos.”


Cuando lo leí no pude creerlo del todo ¿ Mi padre en Azkaban? No, no era posible, habría sido una trampa, él no traficaba con objetos prohibidos, siempre les había temido a ellos y a su poder.

Ese día me lo pasé entero en la habitación, pensando. Aunque al día siguiente volviese a clase aparentando que no pasaba nada.

Pues eso, aquel verano lo pasé en una casa que mi tía tenía en un bosque. Tía Sophie era la otra excepción de la que el sombrero seleccionador hablaba, la otra Griffindor de la familia. Se dedicaba a hacer pociones y venderlas, el comercio iba en la sangre supongo. Era una mujer de aspecto muy joven para su edad, que siempre te recibía con una sonrisa.

 Ese verano lo pasé preocupado, intentando averiguar que había pasado en realidad con mi padre, mientras cuidaba de Lumos. Al parecer haber perdido a su padre en Azkaban la había hecho mucho mas fuerte, pero aún así seguía siendo la misma hermanita pequeña pasada que quería pasar todo el tiempo que fuese con su hermano.

~0~


Y ahí estaba. Había vuelto a donde todo empezó, ¿pasaría un año mas tranquilo?. No, posiblemente en Hogwarts consiguiese averiguar qué le pasó a mi padre. A demás, ahora tenía algo mas de experiencia, poco a poco iba aprendiendo hechizos. Y el verano con tía Sophie me serviría para subir aún mas mis notas en la clase del profesor Snape.

Crucé otra vez más las puertas del gran colegio de magia y hechicería. Por los pasillos me fui encontrando a algún conocido que saludé, no demasiado, mis verdaderos amigos no eran esos. Bueno, no sabía si en realidad eran mis amigos, yo les consideraba eso para mi, aunque no sabía si sería mutuo. Para mí, eran amigos.

Llegué a mi antiguo dormitorio y vi que ya había alguien dentro, creí que era Robert hasta que encontré a un chico alto, algo mas que yo, con los ojos azules y el pelo negro con rizos que parecían querer cobrar vida.

-        ¿Quién eres tú?¿Y Robert?  - Me lo había pasado muy bien con él, me daría pena si se hubiese ido.
-        ¡No! E-espera. Soy yo Nox, soy Robert, lo que pasa es que he debido cambiar. – agachó la cabeza algo sonrojado- ya se me han acercado varias chicas que ni concia.
-        ¡Muchísimo! – le cogí de los mofletes estirando.- Bueno, voy a buscar a mas gente, no te vayas a ligar sin mi ¿eh? .

Salí de los dormitorios contento de haber vuelto. Avancé por los pasillos hasta que encontré un tumulto de gente, que se disolvía ante los gritos de alguien. Era Lara, una chica que conocía de vista, siempre ayudaba con los estudios a Alexine por lo visto. Sin saber qué pasaba me enteré por el camino, hizo que toda mi felicidad se cayera por completo, una conversación entre dos alumnos
-        Si, por lo visto los padres de la chica han muerto, los ha matado un mortífago...


Fue lo que distinguí entre cuchicheos. No sabía si acercarme a verla, o dejarla sola. A decir verdad no creía poder hacer nada. Vi a Lara, la chica de Ravenclaw entrar en su habitación, así que decidí dejarlas solas, no me quería entrometer, ya la vería luego. Aunque tampoco supe si para aquel entonces también sabría que decir. 


De todas maneras volví a mi habitación pensativo y me tumbé en la cama. Ese año es Hogwarts no iba a ser un cuento de hadas precisamente. Tuve el mal presentimiento de que eso no era mas que el principio.




viernes, 12 de agosto de 2011

Crucio

No voy a mentir, mi inicio en Hogwarts fue realmente pésimo, profesores mandones, alumnos creídos de familias acomodadas cuyos principios... Aunque, bueno, en realidad no tenían principios. Los primeros días fueron difícil, nadie sabia porque estaba allí antes que nadie, ni porque tanto verde. Mas bien, parecía slytherin, pero a mí, eso de las casas me daba igual. Era la misma historia, te ponen en una casa y ya por ello tienes que encajar con su estereotipos.

Los primeros días conocí muy bien el despacho del director y de la subdirectora, que aun seguía mofándose del verde. Y también los segundos días y así consecutivamente, no me comporté como un alumno modélico, pero, yo tampoco estaba hecho para ello.

Querían que estudiase, y estudie. Un libro que encontré al tercer mes de curso me fue de lo mas... Inútil. El libro se llamaba no sé qué de Artes oscuras y maldiciones mortales. Mas y mas de lo mismo, se supone que estamos en un periodo de paz, no se para que serviría algo como la maldición cruciatus o sectumsempra.
Sinceramente, aun no se como ese director tan famoso me sigue teniendo aquí. Le doy más problemas de los que puede asumir. Supongo que como les he oído decir, son travesuras de un mago iniciado. Pero, no sé ni qué soy ni quién soy.

Demasiadas clases, adivinación, defensa contra las artes oscuras, transformación, pociones, que si debemos estar preparados para las T.I.M.Os...

Para ellos era el sucio traidor Green, a mi "familia" la conocían todos demasiado bien, por sus padres, por las noticias de "se busca". Lástima, tal vez, el Profesor Snape me sacó de esa destartalada casa, cuyos muros habían visto demasiadas cosas, todo por mí... Lo dudo mucho, ¿Quién se va a preocupar por alguien que nunca ha existido?

Un fantasma más, eso es lo que era allí, hasta en muchas ocasiones habían alumnos que solían intentar atravesarme. Aquello estaba bien, pero la incertidumbre que se posaba sobre mi cabeza era gigantesca, si este no era mi hogar ¿entonces cuál lo sería?

Demasiado raro, aquel hombre de larga capa negra, de pelo largo y negro con unos ojos vacíos y gélidos como la Antártida parecía entenderme, o al menos, era el único que me tendía una mano. No era lo que ellos llamaban valiente, u honrado, era un bicho más, un bicho que pensaban que Hagrid había traído al castillo.
Fui a Ravenclaw. Me acuerdo de aquel día, creo que nunca nadie había intentado prenderle fuego al sombrero seleccionador, y tampoco sabia que él pudiese conjurar bombardas. Si no llega a ser por un alumno de Slytherin que utilicé por escudo, tendría que haber ido a la enfermería y no había cosa que mas odiaba que las pociones raras que te daba Madame Pomfrey.

Ravenclaw, inteligentes, modélicos, Lara. Demasiado para mi, Lara era una chica que, en fin... me llamó Dexter y no "sucio traidor Green", aunque, mi costumbre de reírme delante de todos cuando me hablan me hace la vida algo... difícil a la hora de hacer amigos, aunque... ¿Para qué necesito amigos?

Después estaba la chica rara que me miraba desde las esquinas, pero no me miraba a mí del todo, sino a mi pelo, demasiado extraño, pero tampoco dudé en acercarme a ella y empezar a reír como si la vida fuese a acabar al segundo siguiente. Obvio que huyó, se pensaría que la iba a atacar, o algo por el estilo.

Los rumores seguían volando por las escaleras, sí, aquellas que se movían, recuerdo aquel día que me caí, pero en ese momento descubrí que el hechizo Spongify era mas útil de lo que creía.


Despreocupado. Eso era lo que pensaba de mí la Profesora McGonagal. Aquel día me dijo algo, tal vez demasiado seria: "eres como si Fred y George se hubiesen fusionado y hubiese resultado ser, en fin, tú". Yo pensé "¿Fred y qué?", Pregunte y al parecer eran ex-alumnos de Hogwarts y bastantes conocidos por su aire despreocupado.

A mitad de curso, estaba, como todas las noches, tumbado sobre una manta en el bosque prohibido. No se que demonios le veían a ese lugar tan ¿malo? Yo lo único que había visto por allí era un unicornio, y pensé que en vez de estar en el bosque prohibido estaba en el bosque locaza de la magia de las hadas y la felicidad. Pero claro, al ver aquellas arañas el tamaño de un tractor comiéndose al unicornio, cambie rápidamente de opinión. Pero nada que un araña eximen pueda hacer contra esas cositas de 8 ojos, que tan... simpáticas resultaban cuando te inyectaban un veneno mortal.

En una de aquellas típicas y tal vez demasiado singulares noches en las que un chaval de 11 años no debería estar por ahí. Todo se volvió oscuro, o al menos mas aun, no se podría ver ni los relucientes dientes de Dumbledore.

Respiraba, algo que respiraba se acercaba a mi, una presencia familiar, pero algo que no me reconfortaba, no era aquella mujer que veía en mis sueños, era él. Emlent era el hermano mayor de la Familia Green, nada bueno tramaba si se encontraba por allí. me apunto a la espalda con su varita. Algo no era igual, su carácter había cambiado. Las palabras que salían de su boca estaban vacías de sentimientos, palabras capaces de matar si se enunciaban correctamente. Me advirtió, mi tiempo en Hogwarts no iba a durar demasiado, aunque exactamente dijo: "Se acaba el tiempo, hermano, algo se mueve, y sí, sufrirás y morirás solo".

Ningún Green había llegado tan lejos, se volvió todo oscuro y frío. como si la felicidad se hubiese ido. Dementores...¿tan grave era que Emlent estuviese allí?

Fui corriendo hacia uno de esos gigantescos árboles llenos de arañas y otros insectos. Me agaché tapándome la cabeza y tirándome del pelo. El pánico se apoderaba de mi poco a poco, las lágrimas caían, mis ojos escocían más y más por el ácido de las lágrimas. Todo estaba girando cuando al levantar la cabeza allí estaba, allí estaba aquel ser monstruoso con su capa negra, tratando tragarse la poca vida que tenía. Con la mirada perdida entre las curvas que formaba el viento en la capa del dementor, un haz de luz irrumpió, como si la calidez hubiese vuelto, como si algo familiar se acercase a mí, era el Profesor Snape.

Tres días, nada más ni anda menos, tres días estuve inconsciente en la enfermería. Ese era el precio que uno debçia pagar por haberse encontrado a un dementor. Por lo que me contó el Profesor Snape, con los oídos tapados no dejaba de pronunciar la maldición cruciatus y entre sollozos y gritos quedé inconsciente en el suelo.

Al despertar, el Profesor Snape clavo la mirada en mis ojos, para mí era imposible reírme o dar a conocer mi aspecto despreocupado y payaso que normalmente afloraba cuando alguien me hablaba, pero con él, con él era todo diferente. No podía ni siqueira mirarle a los ojos, aunque en realidad, nunca era capaz de mirar a nadie a los ojos, mirar a los ojos es un gesto de desafío que revela la verdad. Me miró y dijo: "Dexter Green, ya lo sabes".

Aquello que me dijo fue suficiente para saber que no podía seguir así y que debía empezar a ir a clase y no tentar tanto al riesgo, por muy apetecible que éste fuese para mí.

Clases y más clases, unas peores y otras mejores, pero, peculiarmente una... Transformaciones, como decíaa la Profesora McGonagal: "el Señorito Green parece tener obvias aptitudes para la transformación. Esperemos que no acabe como Remus Lupin, aunque como siempre, pasándose de la linea recomendada de la transformación.". No sabía a qué se refería con aquel hombre, aunque investigue y pareció ser que fue un miembro de un grupo de 4 amigos que se hacían llamar "los merodeadores", bastante... original.

Y Hogwarts, volvía a ser un completo rollo, pero... estaba bien. Y con toda la incertidumbre, el año seguía y a su fin, esperé con ansias el siguiente año. Aunque la mirada del profesor Snape... sí, aquella de... "Ahahaha, te lo dije". La odiaba y en parte también me daba miedo, por dios, que era el Profesor Snape.
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Todo el verano encerrado en ese viejo, MUY viejo castillo, aprendiendo más y más, y maldita sea, era rarísimo, ahora cada vez la decisión del sombrero seleccionador tenía más sentido.

No hacía falta que viajase en el tren a Hogwarts, aunque todo el mundo hablaba de él nada más llegar al castillo. Entré en la sala común de Ravenclaw y allí estaba como de costumbre Lara. Me acerqué y me empecé a reír, como siempre hago, (hasta de Dumbledore, y después me manda a la enfermería porque piensa que he enloquecido...). Ella y sus libros. Fue un verano largo y creo que no podía aguantar a hablarla sobre todo lo que había aprendido durante el verano en el castillo.

Al llegar al cuadro de la Sala comun de Ravenclaw alli esperaba una chica sentada y con la mirada perdida como si estuviese esperando algo, al llegar al umbral de su mirada, me miro y me pregunto sobre el acertijo de la misma sala ya que este hoy por algun casual era demasiado dificil incluso para ella.

La mire sin realmente mirarla, ya que nunca me ha gustado mirar a la gente directamente a los ojos, pienso que el mirar en la proundidad de los ojos se puede descubrir constelaciones de sentimientos, recuerdos que tal vez no nos gustaria que se descubriesen.

Saque mi varita y la chica se cubrio la cabeza pensando que la atacaria con algunos de esos hechizos que estudiaba en los servicios. Alze mi varita hacia el cuadro y dije el hechizo "Bombarda maxima", pero antes de que la magia se desprendiera de mi varita, la puerta se abrio. Supongo que un Ravenclaw puede ser muy inteligente y tal vez muy cobarde. Nos dispusimos a entrar en la habitacion y nos acomodamos.

-¿Tú también estás leyendo ese libro? -dije entre risas pero a su vez titubeando. Ella parecía de otro mundo, como si nada le afectase, como si su felicidad solo dependiese de ella, algo demasiado bueno o... triste.

-Tú eres ese que no tiene mascota o al menos nunca hablas de ella cuando escribeS aquí. -dijo la Ravenclaw, con una voz calmada y señalando a un cuadernillo forrado de piel de dragón que  me era de lo más familiar. ¡Era mi diario! Sabía que le gustaba leer... pero hay un límite. Creí que el hielo se había roto.

-Touché, Larita, ¡TOUUUUUUUUUCHÉ!. Pues no sé, veamos... ¡Ah, ya sé! -cerré los ojos mientras sacaba la varita.-Tápate los ojos, Lara, si no miras, no es delito. -Por allí pasaba uno de los nuevos niños de primer año y con un movimiento de varita le convertí en un sapo precioso con zapatitos de Channel.
-Pues sí que es verdad que se te dan bien las transformaciones. -Dije mientras recogía mi rana-hombre-Zapatitos de cristal.

-Bueno, sí ¿para qué mentir? Autógrafos luego. -dije mientras movía el pelo cual estrella de cine. Cuando de repente apareció la chica rara de los rizos, se sentó de cuclillas y se quedo mirándome el pelo con los ojos como platos. -Oh yeah, tú sí que eres rara. - y volvió a salir corriendo. No muerdo... Creo...

-Por cierto, el hielo no se había roto. -dijo con una mirada inquisidora pero a la vez y como siempre deprendía una felicidad alucinante, tal vez, por la asimiliación de aquellos libros.

Nada podía estropearlo, un nuevo año en Hogwarts empezaba y cosas nuevas se avecinaban. Y sin darme cuenta, el color del liquido atrapado en la botellita que colgaba de mi cuello se torno es negro, un negro oscuro como la noche, como la capa de aquel dementor que me atacó en primero.

Paseaba por los pasillos como de costumbre en forma de cromantula, la tela de acromantula era bastante util para sellar los pasillos y ser atosigado por alguno de esos alumnos de poca monta, educados, rectos, bah.

Uno de mis... 8 ... si. 8 ojos noto un destello de luz anaranjado de un color extremecedor -a que idiota se le ocurriria utilizar el fuego demoniaco en el mismisimo colegio?- Volvi a mi forma original entre dolores y gritos y mientras me arrancaba las extremidades extra que me sobraban alguien se acercaba al umbral de la luz de la luna que se colaba por el patio central. Pasaba entre las llamas y no se quemaba, sorprendente, ni el mismisimo Dumbledore podria con aquel fuego desbocado pero mi telaraña no es facil de arrancar.

Y con una ultima raaga de viento venian 2 filamentos rojos, diria que era pelo, un pelo liso y largo que caia en la luz, y nada mas verlo lo supe. Era el, Nox un estudiante que lo unico que recuerdo de el es su pelo rojo y que me llamaba Green. Ahora ha quemado la telaraña que tanto me costo tejer y espero que no se atreva a ssumerguir la ultima gota del vaso de mi odio.

Green ~~.-Dijo con un tono burlon.

jueves, 11 de agosto de 2011

All eyes are on you now





El primer año en Hogwarts pasó volando.
Aun no puedo recordar el momento en el que el Sombrero Seleccionador se puso sobre mi cabeza sin sentir un cosquilleo en el estómago. Estuvo bastante rato pensándose su respuesta, pude notar cómo se retorcía levemente mientras pensaba profundamente. Me susurró algo que solo yo pude oír, y al parecer también la profesora McGonagall, pues pude oír un pequeño y divertido "hm".

"Lo tuve claro con tus padres en seguida, sé de buena cuenta cómo son... y sé que mi decisión no será de su agrado, pero tú...no tienes alma ni mente de Slytherin. Tienes pequeñas inseguridades que te impiden ser Gryffindor, pero posees algo que te hace diferente de un Hufflepuff. Tu mente observadora y eficiente te hacen, sin duda, una buena Ravenclaw, Lara Rowcliffe."

Wow...Ravenclaw. Por un momento pensé que realmente iría a Slytherin con todos esos enfermos de la sangre pura. Pero Ravenclaw...fue inesperado. Pero algo se encendió en mi interior, era tan inesperado que de repente, sentí cómo una calidez extraña me invadía. Cuando oí los aplausos de los demás chicos, fui rápidamente a la mesa de Ravenclaw. No hablé con nadie, estaba ensimismada.

Y nada más concluir la ceremonia me apresuré para preguntar a alguien dónde podía mandar un mensaje en un búho.
En poco tiempo ya estaba escribiendo una cartita para mi tío, estaba tan nerviosa que me temblaba la mano al escribir. Le conté todo brevemente, pues no tenía mucho tiempo hasta que la cena comenzase. En realidad ni siquiera debería estar vagando por Hogwarts, sino en el comedor como todo el mundo. Y cuando iba a buscar un búho libre, uno empezó a aletear hasta posarse en mi hombro. Era el búho de mi tío. No pude evitar sonreír.
Acaricié su plumaje y enganché el mensaje a su pata derecha. Después de eso echó a volar.

Me apresuré hacia el comedor con cuidado de no perderme y entré sentándome a la mesa intentando pasar desapercibida.

Ese fue mi primer día en Hogwarts, nunca podré olvidarlo.

No tardé en conocer a una chica que se encontraba completamente perdida en Hogwarts. Axeline Blackbells, una Gryffindor. La ayudaba con las clases y con los deberes, ya que a ella no se le daban muy bien. Y a cambio ella me daba dulces siempre que podía, aprendió que eran una de mis cosas preferidas. También la enseñé a lidiar con cierto profesor de pociones que particularmente se enervaba cuando Axeline hacía uno de sus experimentos con pociones. El profesor Snape es esa clase de persona que si no haces nada que le desagrade y no te pasas de listo, puede que no intente darte en la cabeza con el libro de pociones --que debo añadir que no es precisamente del grosor de un cuento para niños.

En ese año aprendí que la adivinación y la herbología eran dos asignaturas que me parecían absurdas. También aprendí que defensa contra las artes oscuras me interesaba mucho. Y en cuanto nos permitieron ir a Hogsmeade, me compré un libro en blanco de páginas infinitas, no importaba cuántas arrancases que siempre se regenerarían. Gasté prácticamente todo mi dinero en ese libro, pero mereció la pena.

En ese libro escribí todo lo que pensé que podrían parecerme útiles. Desde hechizos hasta pociones, pasando por criaturas extrañas y hierbas curativas. Como no quería que nadie más a parte de mí misma lo leyese, le puse una contraseña. Sin ella, el libro sería un libro en blanco normal y corriente. ¿La contraseña? Chryfalls.
Sin embargo, cuando puse esa contraseña no estaba segura de qué era, simplemente lo había escuchado o leído en alguna parte.

El verano lo pasé con mi tío, apenas pasé por mi verdadera casa. Fue el mejor verano de mi vida, sin duda. La casa de mi tío era increíble... era pequeña, pero estaba muy ordenada y era acogedora. Viniendo de él me pareció extraño, pues es bastante despistado, pero todo en su casa estaba encantado para limpiarse y ordenase.
A menudo me metía con él en broma recordándole lo vago que era, a lo que él asentía riendo casi orgulloso. A cambio, él, fascinado con mi afición con los libros, me decía que de lo empollona que era, el Sombrero Seleccionador lo tendría que haber tenido mucho más claro conmigo. Pero al final, siempre me traía montones de libros.
Muchos eran de hechizos que no había escuchado en mi vida, cuyos efectos eran de lo más interesantes. Otros eran de pociones. Me dijo que así tendría más ventaja sobre el resto en el segundo año y podría relajarme más.

Al final del verano, volvió a acompañarme a la estación como justamente un año atrás. Y el nuevo año empezó.
En la ceremonia de bienvenida, el señor Dumbledore ya nos advirtió de que Hogwarts era cada vez menos seguro, pero a la vez el lugar en el que más a salvo estaríamos. Y la evidencia no tardó en tomar presencia.

Recuerdo que un día me levanté con un dolor de cabeza terrible y una sensación extraña, pero no le di importancia. No le di importancia hasta que desde las columnas de uno de los pasillos del colegio, y fingiendo estar enfrascada en mi inseparable libro, escuché cómo el profesor Snape le comunicaba a Axeline que sus padres habían sido asesinados por unos mortífagos. La chica asintió y le dijo algo, y se alejó caminando. No la seguí directamente, porque la conocía lo suficiente como para saber cuándo quería estar en compañía y cuándo no. Hice un poco de tiempo mientras miraba perpleja a aquel profesor de pociones, el cual miraba mi libro fijamente y pude jurar que vi sus labios moverse en una imperceptible sonrisa sin quitar la mirada del libro. Qué difícil de leer que podía ser ese hombre.

Fui caminando con tranquilidad entre la gente hasta llegar a su dormitorio. Sabía de sobra que Axeline estaba allí, encontrábamos ese lugar muy tranquilo y acogedor para estudiar, pues era el más pequeño y viejo de los dormitorios y solo compartía habitación con una chica más. Al llegar vi un cúmulo enorme de gente alrededor de la puerta. Alcé la voz por primera vez en todo el tiempo que pasé en Hogwarts, creo que algunas personas ni siquiera habían escuchado mi voz en su vida.

-¡Fuera! -grité secamente con serenidad. El silencio se hizo y la gente empezó a dejar el lugar, algunos mirándome molestos. Cuando se fue toda la gente abrí la puerta lo suficiente como para que mi mano entrase, y le tiré una bolsita llena de dulces para luego volver a cerrar. Me fui a la biblioteca a leer algo.

Sabía que iba a agradecer más el azúcar que mis palabras de consolación.
Ya en la biblioteca me senté en una esquinita que solía frecuentar, allí se podían encontrar todo tipo de libros de pociones, de hechizos, de criaturas impresionantes. Desde pociones veritaserum, a hechizos impervius y hasta hipogrifos y quimeras. Ese sitio era un pequeño paraíso.

Casi media hora después algo me sacó de mi insimismamiento, había perdido totalmente la noción del tiempo.
Axeline estaba allí, tendiéndome una cajita que desprendía un dulce aroma que me impedía seguir concentrándome en pociones multijugos. Tenía los ojos rojos, la mirada perdida y estaba sentada a mi lado sin apenas moverse. Me sentí culpable al no haber sentido su presencia.
-Muchísimas gracias, Axeline. -le sonreí, mirándola y abriendo la cajita. Transformé dos hojas de papel en un par de cucharillas y le tendí una.- Cuando me siento mal por cualquier cosa siempre tengo la pequeña felicidad de que me quedan los dulces. Es extraño, pero después de una grajea o una rana de chocolate, me siento mucho mejor. Es como si de repente no lo viese todo tan negro. Además, todo sienta mejor si es compartido, un trocito de felicidad para cada una, ¿te apetece?

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Un par de horas después fui a la sala común de Ravenclaw para relajarme un rato antes de la cena de aquel día. Me encantaba esa hora del día, siempre intentaba tener todos los deberes hechos antes para poder disfrutar de ese rato. Pero aquel día no conseguía acertar el acertijo necesario para poder cruzar la puerta a la sala común. El acertijo podía cambiar en cuestión de minutos, aunque eran lo suficientemente complejos como para asegurarse de que solo los alumnos de Ravenclaw podían resolverlos. Sin embargo ese día me resultó más complicado de lo normal, así que esperé a que otro alumno de Ravenclaw quisiese entrar en la sala común.

Esperé cerca de un cuarto de hora hasta que escuché la risa de Dexter, Dexter Green.
-Ah, por fin alguien de Ravenclaw que quiere entrar...Dexter, ¿te importaría ayudarme a resolver la contraseña para poder pasar? Hoy es especialmente complicada...

The Invisible Wall

Ya habían pasado unos cuantos meses, días, semanas. No se cuanto exactamente desde la primera vez que pise Hogwarts.

La verdad es que había sido una experiencia…Fuera de lo normal, extraordinaria, nueva…Y si, aunque suena gracioso…Fue mágico.

El ambiente de esa escuela era totalmente diferente a lo que me había imaginado, rompió totalmente mis esquemas. Tanto el aspecto del recinto, como los estudiantes y los profesores…Que resulto ser que mis padres eran unos ayudantes de la escuela, sorprendente, ¿verdad?

<>. Me repetía una y otra vez, intentando averiguar por qué no me habían dicho que trabajaban allí.

Para que os enteréis un poco mejor de la historia, os diré que mi madre y mi padre estudiaron aquí. Sí, muy listos, son magos. Mi madre era de Ravenclaw y mi padre de Slytherin.

Hay dos cosas que no encajan, claro esta.

La primera: Que mis padres siendo de casas que se odian, no a muerte; pero se odian, acabasen juntos y teniendo una hija, es decir; yo.

Siempre me han dicho que da igual a la casa que vaya, que lo importante son las ganas que le eche al estudio y tonterías motivantes varias. Que lo importante es el corazón y blah blah… El caso, que por eso creo que me lavaron el cerebro y me daba exactamente igual a que casa ir.

Y la segunda: ¡Que acabase en Griffindor! Joder, según lo que me dijeron mis padres, la gente de Griffindor son valientes, osados y caballerosos.

Y gente, otra cosa no sabré, como por ejemplo; no sabré por qué mi rata topo desnuda esta desnuda, ni tampoco sabré por qué el papel del váter se termina cuando más lo necesitas.

Pero lo que si se, es que yo no soy ni osada, ni caballerosa ni mucho menos valiente.

Sinceramente, creo que ese día el Sombrero Seleccionador había fumado algo extraño.

Las clases…Umm, ¿qué decir de ellas? Había cosas que se me daban mejor que otras, como es normal…

¿¡Pero qué diablos digo!? No os pienso mentir, se me daban mal todas, era un completo desastre, cosa que no entendían los profesores siendo una alumna de Griffindor con padres magos.

¿Pues sabéis qué? Yo tampoco lo entendía, nada.

Aunque siendo sincera la clase que más me gustaba era la de Pociones, simplemente me encantaba sacar de los nervios a ese profesor de pelo largo y negro, con esa cara siempre seria y monótona. Pero no me gustaba demasiado que me diera capones, era la única parte desagradable de la clase.

El año pasado pues…Pude llegar a explotar la clase una media de…15 veces. Claro esta, mis padres pagaban el mobiliario destrozado…Y no, misteriosamente mis padres no se enfadaban. MUY, MUY raro, lo sé…

También os estareis preguntando cómo es que he pasado de curso, la respuesta os la puedo resumir en dos palabras.

Lara Rowcliffe.

Si no hubiese sido por la ayuda de esa chica, y nuestras interminables noches en vela para el examen de recuperación del día siguiente, debería de haberme olvidado de entrar en este curso.

Claro esta, ella no tenia ningún problema con las asignaturas. La única imagen que tengo de ella, es con un libro, siempre con un libro entre sus brazos, o leyendo como si su vida dependiera de ello.

No entendía el por qué de su comportamiento, yo no podría estar leyendo con ese interés ningún libro, me aburriría enseguida.

También estaba ese chico, que también era de Griffindor…Ese tal…umm…¿Cómo se llamaba? Uh, se fundió la bombilla de mi habitación…Um..Tengo pereza de cambiarla.

¡Ah, ya se!

¡Lumos!

Espera…LumosLumos…!NOX! así se llamaba.

¡Mierda! Se apagó de nuevo la luz…¿Pues sabéis qué? Se va a quedar así, ea. Me he enfadado.

Y también había otro chico del cual me había enamorado, pero no de él exactamente…Si no de sus rizos....Eran…simplemente…Perfectos…Sus ondas, los saltitos que daban cada vez que andaban…Perfectos…Ah…Pero nunca podré tener uno de sus rizos en mis manos, ya que solamente lo había visto dos o tres veces y de oída ya que de vez en cuando Lara hablaba de otras cosas que no fuera de estudios.

Allí iba de nuevo, a Hogwarts. A saber como me iba este curso…

Eso me hizo pensar en esos cuatro…¿Nos volveríamos a ver? ¿Se acordarían de mi? ¿Tendremos la misma relación de siempre? Preguntas como esa surcaban mi mente en el trayecto hacia la escuela, trayecto que se me hizo interminable a causa de una sensación extraña que no podía quitarme del estomago.

¿Serian nervios?

Quien sabe.

Finalmente llegamos, comencé a correr hasta llegar a la sala principal de la escuela, giraba, saltaba; un sentimiento irreconocible recorría todo mi cuerpo, pero de repente me choque contra algo, al ver lo que era, instantáneamente di un paso hacia atrás.

Aunque me gustara molestarle en las clases eso no significaba que fuera de ellas me gustara, al fin y al cabo era Severus Snape, ese profesor que emitía odio y un atisbo de dolor con cada uno de sus pasos, pero de lo último poca gente se daba cuenta, ya que estaban demasiado ocupados intentando evadir el miedo que sentían.

-Señorita Blackbells…He de comunicarle que…Tanto su padre como su madre han sido asesinados por unos mortífagos…-Directo. Esa fue la única palabra que podría describirle.

Ni si quiera titubeo al decirlo, ni si quiera intento suavizar un poco la noticia, se lo agradecí, ya que odiaba a ese tipo de personas que se andaban con rodeos.

Empecé a notar como las piernas me temblaban, y sin querer la maleta que llevaba conmigo se precipito en el suelo, en tan solo una milésima de segundo, una jauría de personas estaban alrededor de la escena, expectantes, esperando a mi reacción…Malditos cotillas…

-Uhm…Entiendo…Yo…Me voy a instalar…Me alegra…Verle de nuevo...-Esas fueron las únicas palabras que salieron de mis labios.

Volví a coger la maleta y a un paso pausado me dirigí hacia el pasillo donde estaba mi habitación, al ver que no había nadie cerca; sin motivo aparente empecé a correr desesperadamente, abrí la puerta de golpe y me tire en la cama.

No notaba nada de mí en ese momento, ni un respiro, ni un latido de mi corazón, nada. Simplemente sabía que estaba allí, tumbada en la cama, mirando sin mirar, respirando sin respirar, viviendo sin vivir.

Me hice un ovillo en mi misma, acercando mis piernas hasta mi estomago, en el cual por alguna razón sentía un dolor horrible, indescriptible, pero no gritaba, ni lloraba de dolor, simplemente estaba callada, afrontando el dolor que me abrazaba fuertemente, aferrándose a algo vivo, para poco a poco ir arrebatándole esa vida.

No quería salir de aquí, porque sabia que todo el mundo se enteraría, era natural; en Hogwarts noticias como estas no tardaban demasiado en esparcirse por el lugar, así que aquí me quedare, encerrada…Hasta que esta extraña sensación se aleje de mi…

Cuando me desperté de aquel liviano sueño encontré una bolsa de dulces en el suelo de mi habitación.

Lo supe al instante, fue Lara. Cogí la bolsa y pesadamente me dirigí hacia la biblioteca; como supuse, allí estaba...Leyendo, como siempre.

Como un fantasma me senté a su lado, y deje sobre la mesa la bolsa de dulces y una cajita en la cual contenía un delicioso pastel que compre antes de llegar a Hogwarts para la pelirroja.

-Uhm...Gracias por los dulces...Si quieres...Podemos compartirlos....-Susurré con mi tono neutro de siempre, mirando al suelo, dandole pequeñas patadas a las baldosas.

lunes, 8 de agosto de 2011

Nox. And the light turned off.



- ¡No Papá! ¡No me quiero separar de él! ¡Le amo, en verdad que le amo! ¡Si le voy a tener que abandonar no iré a Hogwarts! E-es lo que mas quiero! – gritaba mientras abrazaba mi pertenencia mas preciada hasta el momento e intentaba sacar alguna de esas lágrimas de cocodrilo que tanto funcionaban con los padres.

- Déjame llevarme el bajo, por favor. Lo esconderé si hace falta, pero... ¡por favor! .- dije mirándole con pena, era mi última baza a jugar pero no era un capricho mío, era verdad que esa guitarra bajista era lo que mas quería, bueno, después de mi familia. Nunca tuve demasiados amigos, todos se separaban de mi porque llamaban a mi padre “ el hombre raro del número 12”. No era raro, es su trabajo, es vendedor de artículos mágicos, pero claro, eso a un muggle le parecía raro, por eso a mi también me lo llamaban.

¿Uh? ¡Ah, sí! Perdonad que os cuente mi vida así sin más. Mi nombre es Nox, Nox Williams. Como ya he dicho soy hijo de Albert Williams, un vendedor de artefactos mágicos, aunque mi madre era una muggle, por eso dejó a mi padre tras mucho tiempo desconfiando de él y ya cansada de sus secretos, normal. Por lo demás soy un chico normal enamorado de su bajo que ha recibido su esperada carta para ingresar a Howgarts. Si, ese día era día en el que iba a cruzar al mundo de la magia para poder aprender todo sobre la magia que tanto me había hablado mi padre.

Terminé de preparar la maleta y mi mochila, y le eché una última mirada a mi “amor”, cuando noté algo que me rozaba la pierna- ¡Ah! Uff... que susto solo eras tú, Levi.- dije cogiendo en brazos a Leviathan, el gato de la familia, bueno, mi gato a partir de ese momento. Cargué con todo y bajé las escaleras.

- ¡¡Espera hermanito!! – me asusté al oír tal grito en mi ya de por si ruidosa casa. Era Lumos, mi pequeña hermanita. Si, habéis oído bien... Los dos hermanos nos llamamos Lumos y Nox, la verdad, mi padre es un hombre con un gran sentido del humor. El caso, la muy cabeza hueca se abalanzó contra mí cuando aún intentaba bajar las escaleras, aunque a duras penas conseguí mantener el equilibrio para no caer ambos rodando escaleras abajo.

- Hehe... Vamos peque que no me voy tanto tiempo...- mi hermana era tres años mas pequeña que yo, y desde siempre me había tenido cariño, y supongo que yo a ella, a falta de amigos, buenas son hermanas,¿no?

- ¡¿Qué?! No, si no es eso. Lo que yo quería es preguntarte si me dejas tu bajo mientras no estés.

Me acerque al oído de Lumos para que lo que le iba a decir quedase entre hermanos.

- Como toques mi bajo, llamaré a todos los magos malvados que vea y les diré que te atormenten todas y cada una de las noches, ¿vale?.- Era una broma entre hermanos, aunque no del todo. En el momento que vi su cara de miedo supe que entre el todo de voy y esa sádica sonrisita fingida que había puesto la asusté de verdad.- Pero te quiero tonta.

Así dejé mi casa atrás, entré en el coche y en menos de media hora ya había llegado a la estación y caminábamos como si nada entre el bullicio dirección al andén nueve tres cuartos. Mi padre me intentó tranquilizar, sin saber, que no tenía miedo del aparente “muro”. Cogimos carrerilla y de repente me encontré entre un bullicio aún mayor, lleno de chicos y chicas de mi edad, padres que se despedían, un interminable trasiego de gente que iba y venía. Quedé asombrado, por fin iba a encontrar a gente que me aceptase tal y como era, gente que también usa magia en su vida diaria. Me despedí de mi padre que no dejaba de besuquearme, como si fuese una madre.

- Hijo, esfuérzate, y te toque la casa que te toque, aunque no sea Ravenclaw como tu padre estaré orgulloso de ti. Lleva el apellido de los vendedores de artefactos Williams con orgullo, te quiero.

Fue la única vez que había visto a mi ocupado padre decir palabras tan empalagosas. Me separé de él como pude y tras decirle adiós con la mano me perdí entre la multitud, llegando como pude, entre empujones y tropezones, al pasillo del tren. Miré por la ventana y busqué un compartimento donde hubiese ya gente. Al fin y al cabo si quería conocer gente qué mejor oportunidad que un largo viaje en el tren a Hogwarts. Entré en un compartimento donde había dos chicas, no parecían muy animadas, una se estaba poniendo una tirita mientras sonreía y la otra miraba por la ventana con cara aburrida.

- ¡Hola señoritas! – dije intentando sonar lo mas natural y amigable posible. Aunque no recibí demasiada respuesta, mas que un gesto de saludo por parte de ambas. En ese momento me pareció que ese sería un largo viaje.